Casa Hacienda Montalván: Viaje al Corazón de la Historia en San Vicente de Cañete

Casa Hacienda Montalván, erigida en 1787 y ubicada en el kilómetro 144 de la Panamericana Sur, frente a la ciudad de San Vicente de Cañete, constituye uno de los vestigios más valiosos del periodo virreinal y republicano en la costa limeña. Durante casi dos siglos, esta emblemática casona de adobe, caña y madera ha sido testigo de hitos que marcaron la independencia de Chile y la formación inicial del Estado peruano. Hoy, tras un reciente proceso de restauración y apertura al turismo, Montalván invita a visitantes de todas partes a explorar sus pasadizos, salas y jardines, donde la historia vive en cada rincón.

Orígenes y legado libertador

La hacienda fue construida en 1787 por encargo de don Juan Fulgencio Apesteguía, Marqués de Torrehermosa, uno de los grandes propietarios agrarios de la región. Sin embargo, su destino cambió tras el desembarco de las tropas independentistas y la liberación del territorio. En 1823, como reconocimiento a su apoyo a la Expedición Libertadora del general José de San Martín, el Estado peruano expropió la propiedad y se la entregó a Bernardo O’Higgins, prócer chileno que, tras abdicar como Director Supremo de Chile, vivió aquí los últimos diecinueve años de su vida.

Durante ese convulso periodo, la casa se convirtió en sede de tertulias políticas y culturales donde O’Higgins compartía con su madre, Doña Isabel Riquelme; su hermana Rosa; y el hijo que tuvo fuera del matrimonio, Demetrio. Más allá de ser residencia, la hacienda funcionó como un centro de producción agrícola: azúcar, cereales, ron, queso y mantequilla. Asimismo, se instaló un molino de trigo y una lechería, cuyos productos abastecían las tiendas de Lima y el Callao bajo la prestigiosa marca “Montalván”.

Arquitectura y espacios interiores

La estructura de Casa Hacienda Montalván refleja las técnicas de construcción virreinales: muros de adobe que alcanzan más de un metro de grosor, techos altos cubiertos con tejas de barro y vigas de madera centenarias. El recorrido comienza por la fachada principal, donde aún se observa el escudo de armas tallado en piedra que recordaba la procedencia europea de su primer dueño. Al ingresar, el amplio zaguán comunica con patios interiores y corredores sostenidos por columnas de madera, cuyos capiteles lucen las huellas de siglos de uso.

Entre las salas destacadas, resalta el antiguo salón de estar del libertador, con ventanas amplias que proveían iluminación natural y ventilación cruzada. En este espacio, los muros conservan las pinturas originales: óleos de la familia O’Higgins ejecutados por el retratista Gil de Castro y delicadas acuarelas realizadas por el propio libertador. Los últimos trabajos de restauración recuperaron el piso de ladrillo original y restauraron la chimenea de piedra, elemento central en las frías noches del valle de Cañete.

El túnel de esclavos y la cava de vinos

Bajo la casa principal se extiende un pasadizo subterráneo conocido popularmente como el “túnel de esclavos”. Construido para facilitar el traslado de productos agrícolas y el acceso del personal de servicio, este corredor de más de veinte metros de longitud conserva su cielo raso de ladrillo abovedado y, en ciertos tramos, restos de calamina. La guía del recorrido detalla los métodos de trabajo forzado y las condiciones de vida de los peones, recordatorio de un pasado marcado por la desigualdad.

A pocos metros, la cava de vinos ofrece un ambiente húmedo y fresco, ideal para conservar las reservas que comercializaba O’Higgins. Barricas de roble, botellas antiguas y utensilios de vinificación recrean el proceso original de elaboración del ron de uva y el aguardiente que se destilaba en Montalván. Los visitantes pueden degustar –bajo reserva– algunas de las pocas botellas rescatadas del siglo XIX, complementando la experiencia histórica con sabores auténticos.

Jardines y fuentes ancestrales

El espléndido jardín frontal conserva dos fuentes de bronce que datan de fines del siglo XVIII. Originalmente ubicadas en diferentes puntos de la propiedad, las fuentes fueron parte de un circuito de acequias traídas desde Andalucía. Tras la reforma agraria de 1969 y diversos saqueos, solo una pudo rescatarse; la otra permanece como réplica en bronce, erigida frente al portón principal. Caminando entre ficus centenarios y palmeras datileras, es posible imaginar las tertulias veraniegas en las sombras del patio.

Testimonios del pasado: reliquias y mobiliario

El proceso de restauración incluyó el inventario y categorización de más de tres mil objetos. Entre ellos destacan:

  • Armas de defensa de la hacienda: cañones de bronce de 1850, usados para repeler supuestos ataques de piratas desde la costa cercana.
  • Caja fuerte de hierro, saqueada parcialmente durante la reforma agraria, cuyos restos de cerrojo y numeración original aún son visibles.
  • Libros y archivos personales de O’Higgins, digitalizados y expuestos en vitrinas de la planta alta.
  • Vajilla y menaje virreinal, incluyendo piezas de porcelana europea importadas por don Juan Apesteguía.

Cada sala cuenta con paneles explicativos que contextualizan estos objetos, incorporando testimonios de historiadores y descendientes de trabajadores de la hacienda, quienes comparten las leyendas orales transmitidas por generaciones.

Programas turísticos y eventos especiales

Desde finales de 2023, Casa Hacienda Montalván funciona como museo y centro cultural. Bajo la coordinación del Ministerio de Cultura y el respaldo de PromPerú, se ofrecen:

  • Visitas guiadas diarias (sesiones a las 10:00 a. m. y 3:00 p. m.), que incluyen recorrido por la casa, cava y túnel.
  • Noches temáticas de Halloween en octubre, con ambientaciones dramáticas, talleres de relato de fantasmas y cena criolla en el patio principal.
  • Festival de la lúcuma en marzo, que celebra uno de los frutos emblemáticos de Cañete con degustaciones, concursos de postres y música en vivo.
  • Experiencia de glamping histórico, que permite pernoctar en tiendas de lona restauradas, combinando comodidad moderna con la atmósfera colonial.

Adicionalmente, se realizan talleres de pintura acuarela, conciertos de música criolla y conferencias sobre la independencia de América del Sur.

Cómo visitar y recomendaciones

Casa Hacienda Montalván se ubica en la Panamericana Sur, km 144 (San Vicente de Cañete). El acceso es sencillo tanto en vehículo particular como en transporte público:

  • En coche: Tomar la Panamericana Sur, salir en la entrada señalizada “Hacienda Montalván”. Estacionamiento gratuito.
  • En bus: Desde Lima (Terminal Plaza Norte o Desamparados), tomar servicio a Cañete o San Vicente. Bajar en la parada “Km 144” y caminar cinco minutos hasta la entrada.

La entrada general cuesta S/ 20 e incluye la visita guiada. Para degustaciones o eventos especiales, los precios varían entre S/ 35 y S/ 80 por persona, según la actividad. Es imprescindible reservar con al menos 48 horas de anticipación, especialmente para glamping y cenas temáticas.

Se sugiere llevar ropa cómoda, calzado cerrado para el túnel y una chaqueta ligera para las zonas subterráneas. Durante el verano (diciembre a marzo), el clima es cálido, por lo que es recomendable protector solar y agua. En la temporada de lluvias (enero-febrero), conviene prever impermeable ligero.

Casa Hacienda Montalván fusiona historiacultura y aventura en un solo lugar. Desde sus muros centenarios y sus salones restaurados donde vivió el libertador Bernardo O’Higgins, hasta sus jardines y pasadizos subterráneos, cada espacio revela historias de poder, trabajo y resistencia. Al abrir sus puertas al turismo, este monumento no solo preserva el patrimonio del Valle de Cañete, sino que ofrece a visitantes nacionales y extranjeros la oportunidad de vivir una experiencia auténtica en el corazón del legado republicano peruano. Planifica tu visita y sumérgete en los secretos de una de las haciendas más emblemáticas de la costa sur de Lima.

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