Que Visitar en el Valle Sagrado de los Incas



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Ubicado en la sección más alta del Valle Sagrado, Písac ofrece al viajero la oportunidad de vivir dos épocas diferentes del pasado andino: uno incaico, de muros de piedra y andenes impresionantes, y otro colonial, de plazas elegantes, templos solemnes y calles de piedra. El pueblo inca fue construido por el Inca Pachacútec para proteger el Cusco de posibles incursiones de los antis o gente de las montañas, quienes se habían resistido a ser conquistados. El sitio inca de Písac cuenta con extensos sistemas de andenes, una veintena de torres, edificios, depósitos, templos y plazas.

El pueblo colonial de Písac cuenta con una hermosa plaza de armas, coronada con frondoso árbol de pisonay, donde cada domingo se lleva a cabo la feria más concurrida de todo el valle. En su iglesia aún se celebra la misa tradicional en quechua y es una parada obligada el paseo de las autoridades locales o varayocs, quienes portan sus cetros de madera de chonta y plata labrada. El pueblo tiene, además, un interesante museo folclórico en la plaza y muchas de sus casonas mantienen mucho de su belleza y esplendor.

Yucay

Yucay es un pueblo alegre y ordenado. Aunque de origen inca, se dice que estuvo poblado originalmente por nativos campas venidos de los Andes amazónicos, hasta que fueron expulsados por Manco Cápac. Los siguientes gobernantes usaron este lugar como zona de reposo y en el se estableció una nutrida nobleza cusqueña. El inca Garcilaso se refiere a Yucay como una “población privilegiada que los incas tuvieron por jardín y lugar de sus deleite”. Sayri Túpac, uno de los incas rebeldes de Vilcabamba, estableció su palacio en Yucay, cuando regresó al Cusco en 1558. Su templo principal, dedicado a Santiago apóstol cuenta con varios altares notables, una interesante pinacoteca y un museo de sitio. Al igual que Calca, Yucay posee dos plazas principales, ambas gobernadas por centenarios árboles de pisonay.



Urubamba

Este pueblo está ubicado al centro del Valle Sagrado en medio del majestuoso paisaje gobernado por las nieves del cerro Chicón. Destacan su alameda de añosos pisonayes que conducen a la plaza de armas, donde se puede visitar una hermosa iglesia colonial. En tiempo de los incas, Urubamba fue uno de los principales centros agrícolas del Cusco, ya que se encuentra rodeado de una amplia campiña. Hoy el pueblo es conocido por sus picanterías y albergues ecoturísticos, que permiten al turista adentrarse en las labores del campo y la artesanía local.

Ollantaytambo

Este pueblo de origen inca fue un poderoso centro militar, religioso y agrícola, que sirvió como frontera a la ciudad del Cusco hacia la selva, un territorio donde los incas apenas pudieron acceder debido a la belicosidad de los llamados antis. De todos los pueblos del valle, Ollantaytambo es el único que conserva su trazado inca original; se estima que su construcción la ordenó el Inca Pachacútec sobre un antiguo poblado rebelde que se había negado a pagar impuestos, entonces la anexó al imperio y la pobló con gentes del Collao (región del Titicaca). Manco Inca usó su fortaleza para dirigir la resistencia de 1536 contra los españoles y allí derrotó a Hernando Pizarro antes de huir hacia Vilcabamba.



Cuenta la leyenda que aquí se desarrolló el drama real de la obra Ollantay, que relata la historia de un soldado enamorado de una noble coya, llamada Cusi Coyllor. El pueblo actual está dividido en dos por el río Patacancha y cada manzana o cancha está formada por casas que comparten una misma salida hacia la plaza de armas. El sector ceremonial, dedicado a Unu y Yaku, los dioses del agua, está formado por adoratorios que cuentan con fuentes de agua, como la llamada Baño de la Ñusta, labrada en una sola pieza de granito. Sus 11 terrazas, ubicadas al oeste de la plaza, tuvieron como objetivo la producción agrícola y la retención del suelo para evitar la erosión de los templos aledaños; en la parte superior de esta andenería se encuentra el templo de las 10 ventanas y un acueducto –el Inca Misana– que ha sido tallado en la misma montaña. Por último, en la cima, se ubica la fortaleza o Casa real del Sol, formada por 27 terrazas de granito rojo de cuatro metros de altura cada una y paredes de piedra labrada de un acabado impresionante. Recorrer Ollantaytambo es una experiencia fascinante que no debe perderse.

Chinchero

Chinchero está ubicado estratégicamente en el cruce de caminos que conectan el Cusco con el Valle Sagrado y es un paso obligado en el camino hacia Machu Picchu. Aquí se mantiene viva, como hace 500 años, la organización social del Tahuantinsuyo, donde prácticas como el trueque y la minka (o trabajo comunal) son parte de la vida diaria. En tiempos del los incas, Chinchero fue la despensa de la capital y en 1480, el inca Túpac Yupanqui ordenó levantar allí un lugar donde descansar y construyó adoratorios, templos, andenes y baños para satisfacer a su corte. El templo del pueblo está levantado sobre el palacio de Túpac Yupanqui, su construcción se finalizó en 1607 y tiene en su interior altares barrocos y una profusa pintura mural donde destaca la figura de un puma devorando una serpiente. En el centro del pueblo, junto a un viejo campanario, se encuentra Urquillos, la casa hacienda de Mateo Pumacahua, el caudillo más importante del siglo XVII y líder de una importante rebelión contra el poder colonial.

Chinchero está conformada por doce ayllus o comunidades campesinas mediante un sistema de organización social muy parecido al de los antiguos incas y tienen la potestad de elegir a sus propias autoridades, que ellos llaman varayocs, una figura parecida al alcalde. Aquí la gente viste diariamente sus atuendos típicos, ponchos de lana de alpaca o vicuña, chullos coloridos, sandalias de goma o de cuero y fajas bien sujetas al cuerpo llamadas chumpis. Las mujeres aún trenzan sus cabellos y llevan las llicllas, mantas oscuras decoradas con filigranas rojas y verdes.

Cerca del pueblo se encuentran la laguna de Huaypo, rodeado de campos de papa y olluco de los comuneros de Munaypata, y La laguna de Piuray, que abasteció de agua a la capital del imperio a través de acueductos subterráneos.

Moray

Este impresionante sistema circular de andenes fue descubierto en 1932 por la expedición Shippe-Johnson, que se propuso sobrevolar todo el Perú en avioneta. Los estudios posteriores revelaron la existencia de dos andenerías circulares con una profundidad promedio de 150 m. El investigador John Earls, quien realizó estudios en la zona, señala que el sitio fue utilizado para realizar experimentos agrícolas como la domesticación de alimentos, hibridación de especies y aclimatación de productos foráneos como la coca. Otros estudios han determinado que en Moray se cultivaban al menos tres mil variedades de productos como papa, maíz y especies ornamentales. Hasta hoy, el principal enigma de Moray es cómo escapa el agua de las lluvias; por un lado se cree que las terrazas están hechas sobre un material poroso que permite al agua escapar por la tierra; otros dicen que existen canales subterráneos que drenan el excedente hacia fuera. Los pobladores de las comunidades cercanas realizan cada setiembre la fiesta del Moray Raymi, ataviados como incas realizan bailes y batallas rituales en honor de la madre tierra y la fertilidad de sus campos.

Maras

El cronista Huamán Poma de Ayala cuenta que el pueblo de Maras fue propiedad de un cacique inca muy poderoso, cuyos indios tributarios se negaron a pagar impuestos y hostilizaron a sus emisarios. En venganza, imploró al dios Sol, quien castigó a los pobladores haciendo llover sal sobre los campos hasta volverlos estériles. Esta historia está íntimamente relacionada con el principal atractivo de este lugar, la mina de sal de la comunidad de Pichingoto, que en tiempos de la colonia llegó a ser la principal productores de este indispensable producto en la sierra sur. Fruto de esta bonanza, el pueblo luce varias elegantes casonas coloniales y un bello templo barroco. En los últimos años, Maras se ha convertido en foco de varias experiencias de turismo vivencial que le permiten al viajero participar en la producción de sal y en las labores del campo. Los caminos rurales que atraviesan los poblados de Tarabamba y Pichingoto son ideales para hacer caminata y pasear en bicicleta de montaña.



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